I


Tengo la memoria en negativo. 

Un pez se embalsama en la tinta. 

Un espejo parece el pez 

Alrededor de mi beso jorobado 

Que declina en esa mejilla seca 

Que aún descascara el norte de Chile. 


Esa mejilla es el antecedente y está detrás de la cámara, 

Miguel me dijo antes del miedo; 

-Vámonos, hagamos una maleta, aquí no podemos hacer nada. Me he preguntado sobre cómo sería ser libre. No pensar en tener lo que deberíamos tener o hacer lo que deberíamos hacer. No pensar en nada más que el ahora. 

- ¿Irnos? Le pregunté, con una sonrisa curiosa. 

-Es lo que hemos estado buscando. Pero nos satisfacen nuestras jaulas. Son cómodas. ¿Ya viste? E inclinó ligeramente su mirada hacia el cielo. 

Entonces pensé sobre lo que pasaría aquí cuando me fuera. 

Y aunque me dije que todo seguiría igual, me pregunté si acaso volvería a escuchar el sonido de las cacerolas tan febril y ávidamente. 

Si acaso volvería a pasar por el “Callejón de los meados” ¿Habrá otro en otro lugar del mundo? ...  

Ahí Miguel me dio el primer beso Y ese recuerdo lo tengo a color. 

La escalera tendida en mi levitar de ese beso retrata toda una vida difuminada en un pañuelo de niebla. 

En ese tiempo Chile era solo Chile ya mi no me importaba tanto. 

Podía conformarme con las canciones de la Violeta Parra. 

Era feliz con un café en polvo y un pan tostado en la mañana. 

El olor a tabaco todavía me recuerda a Tomás y su chasquilla despeinada. 

Tomás era Polaco. 

Y yo de polaco solo tenía mi poesía revolucionaria. 

Aún no lo recuerdo todo, porque todo de seguro no sea nada. 

Una mano escurridiza se ajena a mi espalda quemada, Se sedimenta la mano. 

Tengo una foto de mi espalda de niño también en negativo. 

Esa espalda era como la luz que emana una puerta abierta. Dando paso a un jardín secreto. 

Hoy las puertas están cerradas. 

El beso de miguel pende de un anzuelo. 

El incendio en las calles con tanta pólvora en palabras que vienen de hombres muertos, irreconocibles de vida. 

Los recuerdos en negativo me salen de las uñas. Los recuerdos en negativo…


II


Me corté el brazo con un hacha oxidada. 

Intenté adherirlo a mi peso muerto. 

Una brisa occidental en mi cara quedada, Como piedra mi cara en el cielo de yeso. 

Me escondí. 

No le hablé a nadie. 

Pedro me dijo; ¿Es porque siempre quisiste mi nombre? 

No se trata de nombres, Sino de mercados. 

Había soñado de niño con viajar a Francia Y ¿para qué? Aquí había un ecosistema en la nada. 

Y yo iba siendo devorado por espías invisibles. 

El dolor en negativo es mas parecido al dolor. 

Duele como espinas puestas en el camino. 

Pedro insistía con sus labios rojos y pesados, En que todo esto era un tema de pretensión. 

Que yo adolía de pretensión. 

Se atrevió a llamarme superficial una o dos veces. 

Y yo me miré en un espejo empañado 

Esperando verme cada día 

Evitando la razón tan fúnebre de Pedro. 

Asumir mi condición de herido. 

Una tortura política que nunca tardó. 

Entonces me pregunté si Pedro de verdad me amaba, O solo andaba disparando balas en negativo, Aquellas impresiones que la gente ocultaba, Detrás de la maquinaria, como cultivo, Detrás de todos esos ecosistemas sociales alterados, 

¡Ay, la industria! ... le dije alguna vez a Roberto. 

No me atreví ahora. Sigo siendo una gama cromática. 

Eso Pedro lo sabía y yo podía constatarlo. 

Un goteo de océano rojo en la alfombra, 

Entonces la llave se cierra y noto en el reflejo rojo 

El brote de un nuevo brazo 

En mi cuerpo recóndito, 

Como pequeño cactus en la montaña era mi brazo.

Como pequeño brote creciendo. 

Y me pregunto si sigo siendo. 

Tomo una foto de mi organismo mutilado y mi pequeño brazo de pulpo. 

Y sigo trepando. 

Y pedro conmigo. 

La vida en negativo…